jueves, 18 de agosto de 2011

La Búsqueda de la Verdad

La Verdad no es patrimonio de ninguna cultura, por eso es que ahora se dice que la Verdad es una gran incertidumbre.

La Incertidumbre, o Divina Tiniebla

Trinidad supraesencial (conciencia, supraconciencia, infraconciencia) y más que superior y más que buena, Maestra de la Sabiduría Superior, guíanos más allá del no saber y de la luz, hasta la cima más alta del entendimiento, allí donde los misterios simples, absolutos e inmutables se revelan en las tinieblas más que luminosas del silencio.

En medio de las más negras tinieblas fulgurantes de luz desbordan, absolutamente intangibles e invisibles, los misterios de hermosísimos fulgores que inundan a las inteligencias que saben cerrar los ojos.


Los sentidos no nos dicen la verdad; por lo menos, no toda la verdad.

Para ascender en el camino de la comprensión es necesario despojarse de todas las cosas que son y aún de las que no son y entregarse despojado, lo más posible, hasta unirse en el no saber con aquello que está más allá de todo ser y de todo saber.

Porque por el libre, absoluto y puro apartamiento de ti mismo y de todas las cosas, arrojándolo todo y del todo, serás elevado en puro éxtasis hasta el Rayo Oscuro de la Supraesencia.
2. Pero ten cuidado de que nada de esto llegue a oídos de los no iniciados, aquellos que se apegan a los seres, que se imaginan que no hay nada más allá de lo que existe en la naturaleza física, individual. Piensan, además, que con su simple y vulgar razón pueden conocer a aquello que "tiene su tienda en las tinieblas".

Y si esos no alcanzan a comprender la iniciación a los misterios profundos, ¿qué decir de quienes son verdaderos profanos, de aquellos que describen la Causa Suprema de todas las cosas por medio de los seres más bajos de la naturaleza y proclaman que nada es superior a los múltiples ídolos vanos que ellos mismos se fabrican?

Lo que está por encima de nosotros es la Causa de Todos los Seres; y si fue creado por su intención y potencia habrá de atribuírsele todo cuanto se diga de los seres, porque es Supraesencial a todos. Esto no quiere decir que la negación contradiga a las afirmaciones, sino que por sí misma aquella Causa trasciende y es supraesencial a todas las cosas, anterior y superior a las privaciones, pues está más allá de cualquier afirmación o negación.
3. En ese sentido, la ciencia es al mismo tiempo abundante y mínima, y si la Verdad es amplia y copiosa, es también concisa.
La Causa de todas las cosas es elocuente y silenciosa, en realidad callada. No es racional ni inteligible, pues es Supraesencial a todo ser. Verdaderamente se manifiesta sin velos sólo a aquellos que dejan a un lado los ritualismos de las cosas impuras y de las que son puras; se manifiesta, y sólo levemente, a quienes sobrepasan con su mira las cimas de las más altas montañas; a los desprendidos de banalidades y que se abisman en las tinieblas donde tienen realmente su morada las respuestas que están más allá de todo ser.
No en vano se pide a los estudiosos que se purifíquen primero y luego se aparten de los no purificados. Acabada la purificación podrá escuchar y ver lo que realmente hay.
Separado de la muchedumbre y acompañado de los escogidos podrá ascender hacia la Verdad.

Pero todavía no la encuentra.

Contempla no a lo invisible, sino el lugar donde mora. Esto significa que los conocimientos más difíciles de comprender no son todavía los conocimientos verdaderos y absolutos de aquello que hay.
A través de ellos, sin embargo, se hace manifiesta la inimaginable profundidad y vastedad de la Realidad.

Entonces es cuando, libre el pensamiento, y despojado de todo cuanto ve y es visto, penetra la mente en las misteriosas tinieblas del no-saber.

Allí, renunciado a todo lo que pueda la mente concebir, abismado totalmente en lo que no percibe ni comprende, se abandona por completo en aquello que está más allá de toda evidencia sensorial.

Allí, sin pertenecerse a sí mismo ni a nadie, renunciando a todo conocimiento, queda unida la mente con aquello que escapa a todo conocimiento.

Así la mente, por lo mismo que nada conoce, entiende sobre toda inteligencia.

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